Aversión al riesgo
La aversión al riesgo hace referencia a la actitud que una persona adopta frente al riesgo. Un individuo adverso al riesgo valora más la utilidad del valor esperado de una lotería que su utilidad esperada. En otras palabras, dada una lotería (una variable aleatoria) con dos posibles resultados, X1 y X2, que ocurren con probabilidades p1 y p2 respectivamente, este comportamiento puede formalizarse de la siguiente manera:
En el lado izquierdo de la desigualdad se encuentra la utilidad del valor esperado de la lotería; en el derecho, su utilidad esperada. Una persona adversa al riesgo prefiere recibir con certeza el valor monetario esperado, antes que enfrentarse a la incertidumbre inherente a la lotería, aunque ambas alternativas ofrezcan el mismo rendimiento medio. Gráficamente, este comportamiento puede representarse en un plano cartesiano como sigue:
El gráfico muestra la utilidad del valor esperado (en rojo) y la utilidad esperada (en azul). Un mismo nivel de utilidad, Ux, puede alcanzarse mediante un pago garantizado rx, inferior al valor esperado de la lotería Rx. La diferencia entre Rx y rx se denomina prima de riesgo: es la cantidad que el individuo está dispuesto a sacrificar para evitar la incertidumbre.
Corolario. Un individuo es adverso al riesgo si el valor esperado de una lotería supera su equivalente cierto. Cuando ambos valores coinciden, se dice que el individuo es neutral al riesgo.
La aversión al riesgo se origina en una tendencia natural a evitar posibles daños o pérdidas económicas derivadas de eventos desfavorables, ya sean consecuencia de decisiones propias, del comportamiento de terceros o del mero azar. Se trata de un rasgo psicológico compartido por la mayoría de las personas. Sin embargo, existen excepciones: algunos individuos buscan activamente la exposición al riesgo y no solo carecen de aversión, sino que manifiestan una clara preferencia por los resultados inciertos. Salvo estos casos poco comunes, todos manifestamos algún grado de aversión al riesgo, que varía de persona a persona. Dado su carácter subjetivo y psicológico, el umbral de tolerancia al riesgo es único para cada individuo. En términos generales, la aversión al riesgo tiende a disminuir a medida que aumenta el patrimonio personal. Esto se debe a que la utilidad marginal de la riqueza decrece conforme una persona se enriquece. En términos prácticos, alguien con un patrimonio neto de diez millones de euros atribuye mucho menos valor subjetivo a cien euros que una persona sin ahorros. Este fenómeno psicológico, que podríamos llamar “descuento del valor monetario”, atenúa la aversión natural al riesgo. En definitiva, a medida que crece la riqueza, las personas suelen volverse menos adversas al riesgo.
